Querido diario
Querido diario,
Siempre me resulta imposible mantener el espíritu apaciguado antes el mundo, antes tantas emocinoes, tantos sentimientos que se delizan ante uno en cada paso que se da.
Y, a la vez, siempre me pregunto: ¿por qué seré tan sentimental? ¿Por qué algo tan pequeño como el sonreir de un animal me hace sonrojar? ¿por qué si es que escucho a alguien gritar quiero llorar?
Los sentimientos se desborcan en cada respiro que uno da y no entiendo como tantas personas son tan ambiguas respecto a las formas de sentir. Quizá sea mi particular forma de pensar, ver y sentir el mundo y a mi dentro de él, pero por la inmersión social me opongo a desprenderme de mi misma para encajar mucho más facilmente. Que me mire raro quien tenga que mirarme raro si es que a mis 20 años deseo correr hacia un columpio y sonreirle al cielo mientras me columpio en el.
Hay en cada persona un tanto de mi, y un tanto del mundo en partesitas de mi. Creo que existe la posibilidad de encontrar en todos esa deidad que poseemos y elevar nuestros espiritus hacia ella. Por eso, me es necesario detenerme frente a cada rosa que veo para buscarme y poder decirme a mi y a la rosa: "Esta rosa soy yo. Esta rosa es Nath". Si puedo ser tanto deidad puedo ser la rosa, el lago, la lluvia, lo oscuro y lo luminoso; y es que yo no podría ser si todo eso, me encuentro hoy en la brisa y siempre me encontrare en cada lugar y en cada suelo. Exacto, digo que yo puedo ser la deidad y aquel que se horrorize en realidad no entiende lo sacramental de mi argumento.
Dejaré de pensar, por tanto, que soy yo la que debería mesurarse. Si siento al mundo es exactamente por mi falta de miedo de sentirlo, me abrazo a todo lo bueno y a todo lo malo porque es ese todo el que me hace sentir, y no habria vida sin la sensación de que se vive. Creo que, a tal caso, son el resto los que deberían desmesurarse, no tener miedo y reconocerse como espíritus capaces de ser deidad también. Si cada uno pudiese reconocer lo sagrado en sí mismo no tendría porque temer encontrarse con que uno es un ser malvado, puesto que, lo sagrado esta a flor de piel: existe lo horroroso sacramental, lo que falta es educar al ojo para ver lo maravilloso hasta en lo invisible.