Diamante
Hoy, en una mano burda instintiva, deforme, he visto el diamante más bello que pueda encender el Milagro...
Parecía vivo y doloroso como un espíritu desolado...
Vi fluir de su luz una sombra tan triste, que he llorado por él y por todos los bellos diamantes extraviados en manos deformes...
(Delmira Agustini)
Y, he llorado tantas veces frente al espejo de mi alma buscando ese diamante en mi reflejo; buscando ese brillo verpertino de antaño cuando la luz era mas malvada que la noche y lo oculto, guardado bajo 7 llaves, era mas mi propia tonadilla de la vida.
También busqué el diamante entre mis ropajes, probe de todo, entre mis faldas y faldones, entre mis polos y corsets, incluso en mi privado interior, y solo encontre el sonido de mis huellas.
Probé entonces en la piel misma, de izquierda a derechea entre mis brazos y de arriba para abajo descalzado. Busque con mis dedos en mis dedos, tambien en los hoyuelos de mis oidos y nariz, busque, tan solo por si acaso, entre mis labios y entre mis parpados; y de mi ombligo solo extraje un poco de vejez.
Estaba ya cansada y agobiada de buscar aquel diamante que añoraba tanto entre mis brazos que tropece y agache mi voz en un rincón, hallóseme allí en esa esquina, la doncella de la mirada perdida, la doncella extravíada de la vida, sentada, desparramada, sin movimientos mas que la acción misma de la respiración.
Y, mis ojos, fijados a la puerta, clavados cuales dagas en busca del errante visitante, a la espera de la quinta luna y la tercera madrugada que tenga bajo su pecho agitado y abrumado, escondio en su piel mi diamante verpertino y su brillo ya perdido.